lunes, 27 de mayo de 2013

Fernando Savater - Ética para Amador

Probablemente la mejor manera de entender el éxito de este libro sea recordar las palabras de Joaquín Sabina en una entrevista, cuando comentó que "para que una canción tenga éxito, tiene que tener una buena letra, una melodía bonita, unos buenos arreglos y algo más que nadie sabe lo que es, pero es lo único que realmente importa". Fernando Savater tiene numerosos libros, todos ellos escritos bellamente y con unas ideas atractivas, pero ninguno de los cuales se ha acercado al éxito de este. Quizás el secreto radique en lo íntimo de esa conversación que el escritor mantiene con su hijo a la que al lector solo se le permite asomarse o tal vez sea el tono familiar con el que se transmiten unas enseñanzas sencillas pero profundas.

Sea como sea, se trata de un libro indudablemente atractivo, en el que pasar de una página a otra no solo es un placer, sino que cuando finalmente lo devolvemos al estante nos deja una agradable sensación de fe en el ser humano, en las posibilidades de una vida que con frecuencia no nos decidimos a aprovechar al máximo. Y en estos tiempos en los que el pesimismo parece haberse convertido en el nuevo optimismo, el valor de tal dosis de optimismo y vitalidad es, sin duda, incalculable.

miércoles, 2 de enero de 2013

Cincuenta sombras de Grey: El mashup llega a la literatura

El mashup es un género musical que consiste básicamente en crear una canción combinando elementos de otras dos, normalmente la letra y la melodía de una con el ritmo y los arreglos de otra. Por ejemplo, un famoso mashup mezcla el Can't get you out of my head de Kylie Minogue con el Blue monday de New order.

Con Cincuenta sombras de Grey, E. L. James parece haber trasladado este concepto al terreno literario, ya que la novela viene a ser un mashup de la novela Crepúsculo con los juegos sexuales de Las edades de Lulú, aunque probablemente el referente erótico que haya tomado la autora sea otro. Aparte de los parecidos entre la trama, resulta curiosa la similitud no solo también de personajes y situaciones con la saga crepúsculo, sino también de metáforas, como por ejemplo las continuas alusiones al olor corporal del protagonista, la incapacidad de este para averiguar los pensamientos de ella, etc.


Tal vez sea un efecto del cambio de siglo, pero en estos últimos años la creación de nuevas obras ha perdido importancia en favor de la recreación de obras ya existentes. Tanto en el cine como en la literatura, cada vez nos invaden con más fuerza ya no solo los remakes, sino también las secuelas, precuelas y hasta intercuelas, aunque todavía no se haya acuñado esta palabra, junto a las dos últimas incorporaciones al abanico de maneras posibles prolongar una historia ya existente: las versiones en 3D y los reboots. Tampoco es necesario despreciar esta tendencia, en la que el interés en la novedad carece de tanta importancia como en el preciosismo en los detalles. Menos perdonable resulta otra característica del libro que también parece ser un signo de los tiempos: la tendencia al novelón y a los finales sin conclusión. Tras quinientas cuarenta páginas en las que la historia no acaba de despegar, llega un final abrupto que hace que lo que acabamos de leer parezca más la primera parte de una novela que la novela completa.

Aún así, la novela puede seguir resultando atractiva para quien sepa a lo se expone. La historia logra mantener el interés suficiente para que pasar de una página a otra sea una experiencia agradable si estamos dispuestos a no conceder demasiada importancia a leer una historia ya contada y al número de Uaus (manera eufemística o mal informada de decir Guau en el libro) que hay en cada página. Para quien no sea capaz de desconectar de tal manera o no tenga prisa, será mejor que espere a la película que, invirtiendo el tópico habitual y siguiendo también el signo de los tiempos, probablemente sea mejor que el libro.

domingo, 24 de junio de 2012

Kate Morton - Las horas distantes

Resulta realmente difícil tomar perspectiva ante un libro como «Las horas distantes». La constante búsqueda de giros espectaculares al final de cada capítulo, los ocasionales problemas de ritmo, lo forzado de la trama en ciertos puntos y el estilo narrativo más bien plano remiten directamente a literatura más trivial y perecedera. Y, sin embargo, la curiosa integración de la literatura en el libro, la renovación del novelón victoriano con todas sus consecuencias y varios personajes y escenas sencillamente inolvidables convierten a este libro en toda una experiencia que, si lleva bien el paso de los años, podría convertirse en un clásico.



«Las horas distantes» es, ante todo, una novela romántica, aunque el tratamiento y el ritmo recuerden más a los libros de intriga policiaca. Una vez superadas las primeras páginas y, tras un par de notables baches que invitan seriamente a abandonar la novela, el libro se convierte en un túnel asfixiante pero adictivo que cuesta abandonar antes de llegar a la luz al final. A pesar de su carácter de novela de amor, tal vez los sentimientos mejor descritos en este libro no son necesariamente los románticos, la descripción de las complejas relaciones de amor entre familiares y amigos acaban siendo mucho más convincente y reconfortante que las inevitables relaciones sentimentales, a pesar de algunos brillantes hallazgos en este sentido.

Las cosas no son lo que parecen, se podría resumir el espíritu de este libro, pero dicha afirmación no debe tomarse siempre en un sentido negativo, porque si bien la gente de vez en cuando nos decepciona, esta novela se centra en el aspecto más luminoso, en los sacrificios y las auténticas historias de amor que pueden esconder una pareja banal, un amigo olvidado o una madre indiferente.

Decididamente no es un libro para todos los públicos y, quien no soporte la literatura romántica, debería abstenerse de comenzar este libro, pero para todos quienes lamentan que ya no se escriban libros como «Orgullo y prejuicio», este libro puede ser una grata sorpresa.

jueves, 31 de mayo de 2012

Dean Koontz - Medianoche

«Medianoche» comienza con una encantadora persecución por la playa, en la que el terror resulta tan ochentero que hace pensar que el resto de la lectura será igualmente agradable y poco aterrador. Cuando unas páginas más adelante el protagonista se nos presenta diciendo que solo tiene tres motivos para vivir, a saber, la comida mexicana, la cerveza negra y Goldie Hawn, estas sospechas parecen confirmarse. Pero como en una montaña rusa, este comienzo es solo la breve calma que precede a la auténtica tempestad de terror que nos espera más adelante. Cuando el autor tiene el mal gusto de introducirnos en la mente del monstruo y logra que, a pesar de la repulsión que inspira, también resulte conmovedora su desesperación, empiezas a darte cuenta de que tal vez no se trate de un libro tan ingenuo como pensabas.



A partir de ese momento, la historia se acelera bajo el opresivo y claustrofóbico ambiente de la enloquecida ciudad de provincias donde se desarrolla. No hay apenas resorte de terror al que no se recurra en una historia que, a pesar de los clichés a los que se atiene, transmite una estremecedora sensación de desaliento. El terror por el terror, parece ser el lema de este libro en el que los deseos y los miedos se funden demostrando que, una vez más, un libro no necesita ninguna imagen para emocionar más que la mayoría de las películas.

domingo, 4 de marzo de 2012

David Leavitt - En Maremma


«En Maremma» cuenta las aventuras de una pareja gay (ambos escritores, uno de ellos el autor de «El lenguaje perdido de las grúas») que deciden irse a vivir al sur de la Toscana. Más que una historia propiamente dicha, el libro nos presenta una serie de postales ordenadas más o menos cronológicamente que cuentan diversos aspectos de sus experiencias: la elección de la casa, su amistad con los propietarios de un restaurante cercano, una visita a una feria en un pueblo cercano... historias interesantes y, en ocasiones hasta divertidas, que se beben más que leerse.

A pesar de ser verdaderamente entretenido, es inevitable preguntarse hasta qué punto la Italia que se refleja en este libro es fiel a la realidad. El retrato que hace de los italianos, a los que describe como pasionales, orgullosos, caóticos y ligeramente primitivos, resulta excesivamente superficial. Resulta curioso que en este tipo de literatura, los escritores que describen sus experiencias siempre viajan desde metrópolis de países supuestamente avanzados hasta paisajes rurales de países supuestamente menos desarrollados. En realidad, si hubieran elegido destinos menos rurales y más urbanos, probablemente hubieran encontrado un estilo de vida y unas costumbres mucho más parecidas a las de su lugar de origen. Si se piensa un poco, el choque cultural entre Los Ángeles y Maremma no debe de ser tan diferente al que se encontraría alguien que viajara desde Los Ángeles hasta un pueblecito rural de la Ámerica profunda. Sin embargo, hay algo en el emigrar a otro país que consigue que uno aprecie el encanto de la vida rural de una manera que resulta imposible en el propio país, donde las costumbres parecidas se consideran sencillamente provincianas y se rechazan. Tal vez sea la magia de esa barrera lingüística y cultural, que no solo consigue que amemos algo, sino también logra que ese algo nos ame, o tal vez sea que  las cosas que nos son cercanas acaban perdiendo su esencia y debemos viajar lo más lejos posible para recuperarla.

Esta falta de originalidad y perspectiva lastra considerablemente el libro, que acaba no siendo más que la enésima reinvención de «Mi familia y otros animales» con todo lo bueno y lo malo que eso supone. Ya va siendo hora de que un urbanita moderno de cualquiera de esos países tan exóticos nos cuente las maravillas de la vida rural del primer mundo. Para variar.

domingo, 22 de mayo de 2011

Rosa Montero - Instrucciones para salvar el mundo


La vida sigue siendo bella y oscura en esta novela donde Rosa Montero retoma sus obsesiones habituales, esa mezcla de maravilla y tragedia salpicada de mujeres pequeñas y vivaces, grandullones amables y los submundos de la ciudad. El resultado es una novela agridulce con una prosa límpida y precisa, que combina tal como suele ser habitual en ella, las proporciones perfectas de modernidad y tradición, poesía y acción para ofrecernos un libro que cuesta despegarnos de las manos sin antes acabarlos. Muy recomendable.

viernes, 20 de mayo de 2011