domingo, 4 de marzo de 2012

David Leavitt - En Maremma


«En Maremma» cuenta las aventuras de una pareja gay (ambos escritores, uno de ellos el autor de «El lenguaje perdido de las grúas») que deciden irse a vivir al sur de la Toscana. Más que una historia propiamente dicha, el libro nos presenta una serie de postales ordenadas más o menos cronológicamente que cuentan diversos aspectos de sus experiencias: la elección de la casa, su amistad con los propietarios de un restaurante cercano, una visita a una feria en un pueblo cercano... historias interesantes y, en ocasiones hasta divertidas, que se beben más que leerse.

A pesar de ser verdaderamente entretenido, es inevitable preguntarse hasta qué punto la Italia que se refleja en este libro es fiel a la realidad. El retrato que hace de los italianos, a los que describe como pasionales, orgullosos, caóticos y ligeramente primitivos, resulta excesivamente superficial. Resulta curioso que en este tipo de literatura, los escritores que describen sus experiencias siempre viajan desde metrópolis de países supuestamente avanzados hasta paisajes rurales de países supuestamente menos desarrollados. En realidad, si hubieran elegido destinos menos rurales y más urbanos, probablemente hubieran encontrado un estilo de vida y unas costumbres mucho más parecidas a las de su lugar de origen. Si se piensa un poco, el choque cultural entre Los Ángeles y Maremma no debe de ser tan diferente al que se encontraría alguien que viajara desde Los Ángeles hasta un pueblecito rural de la Ámerica profunda. Sin embargo, hay algo en el emigrar a otro país que consigue que uno aprecie el encanto de la vida rural de una manera que resulta imposible en el propio país, donde las costumbres parecidas se consideran sencillamente provincianas y se rechazan. Tal vez sea la magia de esa barrera lingüística y cultural, que no solo consigue que amemos algo, sino también logra que ese algo nos ame, o tal vez sea que  las cosas que nos son cercanas acaban perdiendo su esencia y debemos viajar lo más lejos posible para recuperarla.

Esta falta de originalidad y perspectiva lastra considerablemente el libro, que acaba no siendo más que la enésima reinvención de «Mi familia y otros animales» con todo lo bueno y lo malo que eso supone. Ya va siendo hora de que un urbanita moderno de cualquiera de esos países tan exóticos nos cuente las maravillas de la vida rural del primer mundo. Para variar.